Hay personas que son
incapaces de sobrellevar con paciencia los pequeños contratiempos que
constituyen, si se lo permitimos, una parte muy grande de la vida. Se enfurecen
cuando pierden un tren, sufren ataques de rabia si la comida está mal cocinada,
se hunden en la desesperación si la chimenea no tira bien y claman venganza
contra todo el sistema industrial cuando la ropa tarda en llegar de la
lavandería. Con la energía que estas personas gastan en problemas triviales, si
se empleara bien, se podrían hacer y deshacer imperios. Mejor aún
hacernos una vida más plena
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